Paisajes Agrarios

Paisajes Agrarios

Desde el punto de vista del desarrollo rural hay que poner de manifiesto que el papel de la agricultura va mucho más allá de la simple producción de alimentos. De manera que a lo largo de la historia, el territorio de La Manchuela Conquense ha sufrido numerosas modificaciones como consecuencia de los aprovechamientos agrícolas que han afectado al paisaje, pero no necesariamente de manera negativa; de forma que podría afirmarse que estos manejos productivos favorecen la diversidad paisajística, que suele ser considerada como un atributo de calidad.

Sin duda alguna el mosaico de cultivos de cereal, viñedo, almendros, olivos y bosquetes de pino piñonero o pino carrasco puede considerarse como el paisaje típico y definitorio de la Manchuela Conquense. Este es un paisaje ligado a una explotación tradicional y más o menos sostenible del territorio, basado en muchos casos en actividades y técnicas vinculadas a la agri-cultura de la comarca.

Además de las formas que le imprimen cada uno los tipos de cultivo, uno de los valores estéticos más relevantes de este paisaje agrícola en mosaico está caracterizado por la variedad cromática asociada a los ciclos fenológicos de cada cultivo: verde de los cereales hasta que encañan, el amarillento de los rastrojos después de la siega, el blanco de los almendros en flor, el rojizo de las pámpanas en otoño…, generándose un dinamismo paisajístico espacial y temporal de gran belleza y de momento poco valorado.

 

Los principales cultivos de la comarca ha de tenerse en cuenta que el paisaje del olivar es típico del clima mediterráneo, que supone un patrimonio productivo y cultural que ha servido históricamente de soporte económico, de modo de vida y de seguridad alimentaria

 

Igualmente en la zona más abrupta del tercio norte, principalmente en el Valle del Cabriel son característicos los bancales. En muchos casos los cultivos se localizaban en bancales o terrazas de cultivo de pequeño tamaño en los que, a base de esfuerzo y “saber hacer”, se trataba de maximizar la superficie cultivada pese a las limitaciones del terreno. En las franjas escarpadas más cercanas al lecho de los cauces se encontraban los bancales de regadío para huertas o frutales (Enguídanos, Rambla de Consolación de Iniesta…). Los bancales de secano estaban destinados principalmente al cultivo de almendros, olivos, vid y en menor medida cereal (fundamentalmente cebada).

Estos paisajes agrarios están amenazados por el abandono, en el caso de las huertas tradicionales y los bancales, y por la intensificación de la actividad agraria y el abandono de los métodos tradicionales en el caso del cultivo en mosaico típico de la Manchuela.